Tras la buena acogida de las anécdotas del comercio gaditano que hicimos hace unas semanas, hemos ido recibiendo algunas más, las suficientes para contárosla en esta segunda entrega. Espero que les guste:
Me contaba Sebastian, que trabajaba en una empresa de electricidad, que un buen día se plantó un hombre pidiendo «el aparato para sordos que tenéis en el escaparate«. Su observación iba acompañada de una pregunta: ¿Para que sirve?. El dependiente debió respirar hondo para entender qué le estaba diciendo en realidad el señor que tenía delante. «No tenemos ningún aparato para sordos en el escaparate«. Lejos de arrepentirse del disparate que estaba a punto de decir, el señor le echa melones al asunto: «¿que pasa que no sabes ni lo que estás vendiendo…? Seguro que Sebastián volvió a resoplar en señal de su santa paciencia. Cuando lo acompaña al escaparate le…
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